Según un estudio realizado recientemente por la Universidad de Oxford se calcula que en un futuro cercano un 47% de los trabajos actuales serán realizados por máquinas, desde teleoperadores, bibliotecarios, taxistas, conserjes, administrativos, hasta incluso médicos no especializados corren el riesgo de ser sustituidos por máquinas; sin embargo, una máquina no podrá jamás reproducir capacidades intangibles como la creatividad, la imaginación o la capacidad de crear emociones en los demás, habilidades humanas que deben ser cultivadas con perseverancia y que tienen como objetivo final prepararnos para una mundo cada vez más competitivo, otro estudio reflejaba de forma clara que el éxito profesional está directamente relacionado con las habilidades comunicativas en un 87%.
Ninguna habilidad social es tan determinante a la hora de conseguir el poder de influir en las personas como la habilidad de conectar con ellas por medio de la comunicación, usted puede ser un excelente estratega o puede tener un magnífico producto pero si carece de la capacidad de plasmar sus ideas por medio de una comunicación efectiva corre el grave peligro de encallarse en los mares de la indiferencia y quedar excluido del mercado laboral que más posibilidades de crecer ofrece.
Los discursos llanos, aburridos y sin emoción no tienen cabida en este siglo, no se trata de copiar a otros, ni de aprender de memoria cada palabra y cada gesto, menos aún de leer todo sobre un papel, se trata de ganar confianza y de encontrar nuestra particular forma de expresarnos.
Llevo varios años ayudando a las personas a comunicarse con claridad, confianza y emoción en mis formaciones, incluso he escrito un libro con esta temática exclusiva, en todo este tiempo he detectado tres puntos clave que deben ser superados por medio del entrenamiento para conseguir ser un verdadero comunicador/ra:
El punto de partida es SUPERAR NUESTROS CONFLICTOS INTERNOS: Estudios realizados demostraron que 3 cada 4 personas tiene miedo escénico y las raíces de este miedo son fundamentalmente tres:
-El aprendizaje de nuestra infancia en donde es posible que el pilar de la autoconfianza haya quedado un tanto resquebrajado con ideas del tipo “no puedo”, “no es posible para mi” o incluso “no merezco”, por irreal que parezca cuando somos niños construimos ideas sobre nosotros y nuestras posibilidades en el mundo y sino las cuestionamos en nuestro proceso de evolución personal éstas nos acompañaran hasta el final de nuestros días, de ahí que reemplazar ciertas creencias sobre nuestras capacidades sea un punto de suma importancia para lograr fluir en el escenario sin una vocecilla interna que nos machaque en cada exposición.
-La segunda raíz que dispara un posible miedo escénico está vinculada a una experiencia en la que tuve que exponer mis ideas ante los demás y todo lo que me podía salir mal, salió mal, desde ese instante una desagradable sensación ha quedado impregnada en mi sistema neurológico y cada vez que se presenta la oportunidad de exponerme en público esta misma sensación vuelve a invadirme y me atrapa en un estado emocional negativo, nuestra mente ha generado una asociación entre hablar en público y la sensación negativa. Es importante destacar que el pasado nunca es igual al futuro, por eso es necesario trabajar para cambiar esa desagradable sensación colocando en su lugar otra mucho más útil y positiva.
-La tercera raíz del miedo parece estar conectada con una experiencia o construcción mental que nos hemos creado sobre hablar en público, es posible que de forma inconsciente hayamos puesto un estándar que está muy alejado de nuestra personal forma de comunicar, es decir, si creemos que hablar en público es ser Barack Obama o Tony Robbins podemos encontrarnos en un aprieto si no conseguimos hacerlo como ellos, recuerda que es una valoración inconsciente y es algo que debemos revisar a fin de establecer que cada individuo contiene una forma única e irrepetible de comunicar, encontrar ese estilo es una tarea de mucha relevancia, una vez que comprende que comunicar desde su propia esencia es la opción más firme para crear empatía con su público crea una conexión profunda que luego ha de potenciar con las técnicas escénicas.
Una vez superado el miedo escénico inicial ya estamos en disposición de aprender LO QUE MARCA LA DIFERENCIA en un comunicador o comunicadora que llega a su audiencia, entre estos aspectos encontramos que los comunicadores excepcionales manejan con precisión el uso de sus tonos de voz, su lenguaje corporal es congruente y presentan un alto grado de inteligencia emocional la cual les permite estar muy presentes durante todo el discurso, atentos a las señales que la audiencia está enviando en todo momento.
Y como último requisito para converse en comunicadores convincentes debemos conocer las técnicas y recursos que posibilitan transitar por el reto más grande, CAPTAR Y MANTENER LA ATENCIÓN DEL PÚBLICO, aquí debemos conocer y practicar el uso de historias, metáforas, anécdotas personales y todo el repertorio de técnicas que nos ayudan a que las personas no caigan en un letargo que les impida conectar con nuestra ponencia.
La habilidad de hablar en público no difiere de cualquier otra habilidad que quisiéramos dominar y por ello la práctica constante es sencillamente inevitable, a modo de resumen para convertirnos en comunicadores/as convincentes será preciso superar el miedo escénico, conocer los aspectos que marcan la diferencia para integrarlos en nuestra forma de comunicar, aplicar los recursos para captar y mantener la atención del público y por último practicar de forma constante a fin de integrar esta gran habilidad como una competencia que nos coloque en un lugar de relevancia y nos reafirme como profesionales diferenciados.
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